lunes, 9 de agosto de 2010

Tendiendo puentes entre las ciencias sociales y las ciencias forestales
Por: Rodrigo Arce Rojas
[1]

En el fondo todas las ciencias sociales tratan del estudio de la conducta humana sea que se refiera a las sociedades pasadas o presentes, de sociedades letradas o ágrafas (por supuesto, sin ninguna actitud valorativa), sea la forma cómo se organizan o toman decisiones respecto a la política o a la economía. Si esto es así, entonces deberíamos tener una presencia más activa de la psicología que tendría mucho que decir al respecto.

Esta constatación es muy importante porque el reto de nuestro tiempo es cómo favorecer procesos de establecimiento de grandes acuerdos sociales y ello demanda capacidades de diálogo, concertación, facilitación, mediación y negociación.

Las disciplinas, tal como hoy las conocemos no han aparecido por generación espontánea sino son producto de un largo proceso de construcción con gestas emancipadoras. Lo curioso del caso es que luego de haber conseguido su propia personería académica la propia limitación de la especialidad empieza a tender puentes entre ellas. Así por ejemplo, tenemos el caso de la psicología social, sociología organizacional, psicología organizacional, comportamiento organizacional, desarrollo organizacional o cultura organizacional.

Lo relevante es que los puentes no sólo se dan al interior de las ciencias sociales sino también entre ciencias sociales y ciencias naturales. Así por ejemplo tenemos los casos de la economía ecológica y el derecho ambiental. Merece destacar el caso específico de la ecología que su autonomía inicial empieza a amplificarse mediante la incorporación de otras vertientes. Así podemos encontrar ecología social y la ecología política. Merece también destacar el caso de la antropología ecológica y la ecología antropológica. Así mismo tenemos disciplinas como la antropología biológica o la sociobiología. Que conozca no existe una disciplina específica de forestería social o antropología forestal pero sí existen como temáticas de trabajo.

En un intento de conjugar las interpretaciones de las ciencias sociales y las ciencias naturales ha surgido la pléctica como una disciplina integradora. Dada la situación actual del mundo no es posible explicar los fenómenos de la realidad si es que no reconocemos que tenemos que convivir con la complejidad y la incertidumbre. Por ello es entendible que se haya generado estos acercamientos interdisciplinarios.

Otra razón refiere al hecho que gran parte de nuestra cultura tiene fuerte influencia del norte. Muchas teorías y construcciones metodológicas dan cuenta de esta realidad. Pero también es cierto que desde el sur existe una ebullición de marcos teóricos y metodológicos que tratan de dar cuenta de la realidad que rompen paradigmas y esquemas que generan tensiones y contradicciones al interior no sólo de los colegios profesionales, universidades sino también en los propios operadores del desarrollo que sienten que la historia se les escapa y los manuales hacen agua. Por ejemplo tenemos el caso del reconocimiento del multiculturalismo para avanzar hacia el pluralismo y la interculturalidad que desestructuran los pesados marcos teóricos y que los más conservadores se resisten a revisar.

En nuestra formación forestal existen cursos sociales que se pueden dar en estudios generales (sociología o sociología rural) o en los cursos de especialidad (antropología rural y amazónica, forestería comunitaria). La pregunta es si esta formación social es suficiente para tener un bagaje que permita abordar el universo forestal desde una perspectiva social o antropológica.

Se ha recogido la impresión que ya el propio universo técnico forestal es lo suficientemente complicado y no completamente entendido como para complicarlo más. Esta posición no deja de tener razón. Mencionamos que nuestra formación forestal está imbuida de marcos teóricos esfuerzos sostenidos de tropicalización (incluye los Andes tropicales) de los estudios forestales. Cierto es que también la complejidad tropical todavía no ha sido completamente entendida ¿estamos seguros que lo que hoy estamos llamando manejo forestal sostenible es en verdad sostenible? Todo va a depender de la adecuada armonización que se logre alcanzar entre ciencia, institucionalidad y voluntad para establecer arreglos sociales sostenibles en torno a los ecosistemas forestales.

Pero también es cierto que a estas alturas del desarrollo de la historia es muy difícil separar lo natural de lo social. Diríamos más bien que existe una suerte de codeterminación o coevolución en la que uno modela al otro. Felizmente esto empieza a ser entendido de esta manera y surgen corrientes de fusión del abordaje forestal desde la perspectiva de las ciencias naturales y ciencias sociales.

Algunas de las salidas que se han planteado desde la formación académica son: incorporar más cursos socio-antropológicos en el pregrado o el posgrado. Otra opción interesante que ha surgido es la incursión en posgrados sociales que no implican renunciar a la profundización forestal sino todo lo contrario, incorporar nuevos enfoques, teorías y métodos para enriquecer la calidad de los diagnósticos y propuestas en el universo forestal. También es importante la opción de reconocimiento de créditos en cursos sociales dentro de la misma universidad o en universidades externas. Una suerte de cuidarse de la endogamia y de favorecer el vigor cultural en el abordaje de las ciencias forestales.

Queda claro que no se trata de sociologizar la forestería ni forestalizar la sociología. Cada ciencia tiene su propio cuerpo doctrinario y teórico y no se pretende el debilitamiento de las disciplinas sino todo lo contrario: un mutuo enriquecimiento a través de las prácticas interdisciplinarias interculturales. No es sólo una cuestión de información o formación también se hace necesario buenas prácticas, recursos, voluntades y mucha creatividad e innovación.

En el mundo forestal cada vez aparecen nuevos términos tales como gobernabilidad, gobernanza, transparencia, democracia, derechos humanos, descentralización, equidad, justicia que no terminan de ser procesados. De manera similar, la palabra corrupción aparece con más frecuencia en el discurso y la literatura forestal.

A estas alturas, está claro que los problemas forestales no se resuelvan exclusivamente desde la vertiente “técnica” sino que requiere un abordaje más integral. De la experiencia de la participación en procesos de política ambiental y forestal queda claro que los temas que más hay que trabajar refieren a la gobernabilidad, gobernanza y gestión pública efectiva.

En el mundo académico desde hace varios años se viene hablando de los cambios globales, la crisis del modelo civilizatorio, la crisis del Estado, la crisis de los partidos políticos y la democracia. En ese contexto se están generando propuestas como repensar el concepto y la vivencia del desarrollo, repensar el papel del Estado, repensar la democracia, repensar las formas y los contenidos de la educación. Incluso se está hablando de refundar el Estado. Estos son temas mayores que mueven el piso de todas las disciplinas y de este fenómeno no escapan las ciencias forestales.

Según la FAO (2010) en los bosques del mundo viven más de 300 millones de personas; más de 1 600 millones de personas se ganan la vida, en diferente medida, del aprovechamiento de los bosques y unos 60 millones de indígenas dependen casi por completo de los bosques. En el caso peruano los actores forestales no se restringen únicamente a los concesionarios forestales. También es importante tomar en cuenta, además de los pueblos indígenas, a los castañeros, siringueros, agricultores-forestales, agroforestales, ribereños, trabajadores forestales[2], entre otros. Muchos de estos actores han estado o continúan siendo invisibilizados. No obstante, existen actores sociales que han logrado ser considerados tanto en el debate como en la legislación internacional. No en vano en el campo de la antropología jurídica ha tomado mucha fuerza el pluralismo jurídico para dar respuesta a estas múltiples realidades culturales que presentan los actores.

En el reciente proceso de discusión de la política forestal algunos estaban convencidos que el sector[3] forestal es eminentemente productivo. Si esto es así entonces, se argumentaba, por qué no era tratado desde un ministerio productivo. Se aducía que no había que mezclar temas ambientales en un sector productivo que para eso ya existe un Ministerio del Ambiente. Falsa disyuntiva entre producción y conservación porque lo que se trata es de una gestión integral. Los estándares de certificación forestal también lo entienden así.

En el campo económico se cuestiona que el capitalismo sea la única vía o posibilidad para todos los pueblos. Se empieza a hablar de la necesidad de decrecimiento sostenible o se apela al desarrollo de la economía moral o la economía solidaria. Los intentos de enverdecer la economía están influenciados por la voluntad a revisar los grandes supuestos de la economía neoclásica o simplemente tratan de extender los marcos teóricos y las herramientas convencionales.

Queda la invitación para continuar este proceso reflexivo y de (re) construcción de nuestra formación, de nuestra práctica y sobre todo de la capacidad de desarrollar nuevos paradigmas, teorías, enfoques y metodologías que hagan más efectiva nuestra contribución al desarrollo, al vivir bien o como queramos llamarlo o sentirlo.


Bibliografía citada:
FAO. 2010. Lo que hace la FAO. Los bosques. Disponible en: http://www.fao.org/kids/es/forestry.html Acceso el 6 de agosto.


[1] Ingeniero forestal. rarcerojas@yahoo.es
[2] En todos los casos estoy pensando tanto en hombres como en mujeres.
[3] Esto de sector obedece a la fuerza de la costumbre. En sentido estricto para muchos de nuestros países se trata de un sub-sector. Justamente lo que se cuestiona es la visión fragmentaria de la administración pública que no logra incorporar un enfoque y prácticas sistémicas. De ahí que la coherencia de Estado sea uno de los temas pendientes por trabajar

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