lunes, 15 de junio de 2009

El diálogo como el arte de tender puentes

Por: Rodrigo Arce Rojas (*)


Dice la sabiduría popular: “no hay peor ciego que aquel que no quiere ver” o también “todo depende del cristal con que se mire” y es que la mente es un complejo en el que se traslapa la objetividad y la subjetividad por lo que resulta bastante difícil, aunque no imposible, ser objetivo.

Cada persona es un complejo en el que se confluyen su historia, sus percepciones, sus creencias, sus ideologías, sus imaginarios, sus representaciones sociales, sus necesidades, sus perspectivas, sus intereses, y donde se pone de manifiesto la influencia de su entorno cultural. La posición que ocupa en la sociedad o la dosis de poder que ostenta también influye en la forma cómo piensa, cómo siente, cómo actúa y los contenidos de sus discursos y sus prácticas. La expresión popular “el que tiene plata habla como le da la gana” grafica magistralmente la subordinación de todo orden al poder que te confiere el dinero en una sociedad que valora más el tener que el ser.

La objetividad de la posiciones de los interlocutores de un proceso de diálogo se ve afectado entonces por un cúmulo de factores algunos visibles y otros más profundos que a veces ni el mismo interlocutor es consciente o simplemente no los quiere aceptar. Ello explica eso de: “tienen ojos pero no ven, tienen oídos pero no oyen”. Todo depende del paradigma con el que quiere ver las cosas u oír las posiciones del otro.

Si alguien se cree dueño de la verdad, entonces actuará como tal y sus problemas serán planteados en cómo hacer entender al otro, cómo hacerle entrar en razón (“su razón”). Dirá que es un incomprendido o que tiene problemas en comunicar la validez de su posición. Apelará a principios de diferente orden con tal de hacer valer su verdad cuando no a la fuerza para imponer la justicia de su razón. No se hace ningún problema en asumir el papel de víctima si ese fuera el caso o apelará a la deslegitimación de su interlocutor. Cualquier discurso discordante con su posición simplemente será invalidado.

Para entender este comportamiento hay que entender que el ego tiene un comportamiento muy dúctil a su posición. El ego filtra, el ego exagera, el ego subestima o el ego ignora según la conveniencia de la situación. Por economía mental las personas construyen paradigmas y obran según ese marco de referencia. Tener una predisposición al diálogo generativo implica en consecuencia ser capaz de revisar tus propias pautas mentales y emocionales para ser consciente que tan genuino eres con la situación o simplemente te dejas llevar por tus creencias más profundas.

Podemos estar hablando el mismo idioma pero no el mismo lenguaje si es que no queremos entender. En el fondo un proceso de diálogo no es sólo un tema de lenguaje y sus significados sino también de cosmovisiones y sentidos.

Por estas razones un proceso genuino de diálogo implica desarrollar la capacidad de empatía para tratar de encontrar las razones por las cuales el interlocutor (a) piensa, siente, actúa o habla de esa manera. Es predisponerse a encontrar los paradigmas con las cuales el interlocutor está actuando. Implica reconocer que “mi verdad” no necesariamente es la única verdad y que hay la necesidad de identificar de manera conjunta “la verdad” que puede estar en cada uno de los interlocutores, en uno de ellos o simplemente en ninguno de ellos.

Algunas preguntas que nos ayudan a entablar un diálogo generativo podrían ser:

¿Si yo estuviera en su lugar, cómo actuaría?
¿Qué razones explican su posición?
¿Quién sale perjudicado con mi posición?
¿Quién sale ganando con su posición?
¿Qué podría hacer para que ambos salgamos ganando?

Queda claro que la razón del diálogo es favorecer un encuentro, facilitar procesos de interaprendizaje y desarrollar la capacidad de remover actitudes que no favorezcan a una relación ganar-ganar teniendo siempre como marco de referencia los principios de la equidad y el desarrollo sostenible.

Tratar de aprovecharse de las asimetrías de poder y sus manifestaciones para imponer una posición con careta de diálogo es simplemente manipulación y es antidemocrática. El diálogo por definición es búsqueda conjunta de caminos sensatos. La sostenibilidad de los acuerdos depende precisamente de la calidad de este encuentro y de la apuesta conjunta por transitar los caminos de la democracia inclusiva con respeto a los valores de la vida en todas sus manifestaciones.

(*) Ingeniero forestal. rarcerojas@yahoo.es

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