Roger Rumrrill
“El gobierno primero nos ha querido tumbar con los decretos legilastivos. Pero como no ha podido, ahora nos manda a las petroleras. Pero vamos a resitir”, dice con firmeza Héctor Santos Lucas, presidente de la Asociación de Nacionalidades Amazónicas del Valle del Pichis (ANAP), que integra a 115 Comunidades Asháninka, con 6 mil habitantes y que se encuentran en un territorio de 340 mil hectáreas.
Diálogo con Santos Lucas en Oxapampa, en el epicentro económico, social y político de la selva central del país, un territorio estratégico que en las últimas décadas ha pasado por una “temporada en el infierno” para decirlo con un verso de Arthur Rimbaud: incontrolable deforestación forestal masificada por la ganadería extensiva, además de la minería andina que arroja sus relaves en los ríos amazónicos, especialmente en el Perené.
Sobre este estado de cosas llegó la violencia, la destrucción y la muerte con Sendero Luminoso (SL) y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) en los noventas del siglo XX provocando una verdadera hecatombe en los pueblos de la zona, pero en particular entre los Asháninka y Yánesha, que fueron desplazados de sus comunidades, esclavizados y asesinados por miles originando fracturas económicas, sociales y culturales que un Estado anómico no ha querido o no ha podido curar o siquiera aliviar.
Todo lo contrario. Ahora asoman nuevas amenazas con el régimen del doctor Alan García Pérez. Como en el resto de la Amazonía, ahora es la lotización petrolera y las actividades de minería polimetálica que ponen en riesgo la supervivencia de lo que queda de bosques en pie, fuentes de agua no contaminada y de suelos fértiles.
Los lotes petroleros 107 y 133 adjudicados a la empresa Petrolífera, el 131 a Cepsa y el lote 108 entregado a Pluspetrol se susperponen casi a la totalidad a la Reserva de Biósfera de 1 millón 800 mil hectáreas que abarca el Parque Nacional Yanachaga-Chamillén, el Bosque de San Matías y otras áreas, las únicas que no han sido destruidas a la fecha en la selva central.
Agua, energía y biodiversidad son los recursos vitales de la economía global del siglo XXI. El cortoplacismo torpe y angurriento de este régimen y sus socios transnacionales quieren devorarse la “gallina de los huevos de oro” de la mayor riqueza de todos los peruanos en el siglo XXI.
Los indígenas de la selva central de ANAP, ARPI y otras organizaciones se aprestan a defender el presente y el futuro del Perú del siglo XXI
Articulo publicado en el Diario La Primera el 14 Setiembre 2009
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columnistas/nuevas-amenazas-en-la-selva-central_46126.html
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