MARCHA POR EL CANAL 8 - TV ORIENTE
Por: Javier Rubén Medina Dávila
Iquitos (Interlínea).-
El domingo 14, en Yurimaguas, diversas organizaciones sociales de la provincia Alto Amazonas realizaron una movilización a favor de la libertad de expresión y en respaldo de Televisión Oriente Canal 8, clausurada por el gobierno por presuntos incumplimientos a compromisos técnicos de funcionamiento suscritos con el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, cuando la lectura que todos entienden es que el gobierno cerró esa emisora como sanción por haber dado cobertura y generar opinión –lo cual es su obligación y su responsabilidad como medio- a la protesta indígena y amazónica del 5 de junio del 2009 en Bagua, con un saldo sangriento por ambos lados, tanto entre policías como entre indígenas, que avergonzó al país frente al mundo, ante el cual el Perú se mostró desnudo como nación que vive de soslayo ante determinados grupos humanos, al grado de desatar salvajismos que no deben diferenciarse entre quienes violentaron a sus semejantes con armas blancas o con armas de fuego, porque fue violencia al fin que le estalló en la cara al régimen y a la estructura centralista y racial de nuestra sociedad, que insiste en no querer aprender de esta lección de sangre, la que bien pudo ser ocasión para, en medio de la desgracia, reflexionar sobre cuál es el trato que nos estamos dando entre peruanos, entre gobernantes y gobernados, entre moradores de una u otra región, entre ingas y mandingas que todos tenemos, sea presidente de la república o un ciudadano de a pie, como ustedes o yo.
La reacción de Yurimaguas ante la clausura de un medio de comunicación, como Canal 8, es un primer eslabón social de una defensa del derecho fundamental a la libertad de expresión e información sustentada en la Constitución Política del Estado Peruano y en los principios universales de derechos humanos que nuestro país ha suscrito.
No es posible, entonces, que una resolución firmada por un funcionario de tercer nivel, se sobreponga a la carta Magna y a los convenios internacionales que reconocen derechos fundamentales para el ser humano, como es el de la libre expresión y opinión, que están en el mismo nivel como el derecho a la vida.
Quizá hubo cierta politización en la marcha de protesta efectuada en Yurimaguas, pero eso no exime los principios valorativos que motivó su convocatoria.
El cierre del Canal 8 tiene intrínseca una lucha de poderes que pasa desde el gobierno central, con el presidente Alan García a la cabeza, hasta los niveles regionales, municipales, empresariales, de organismos no gubernamentales, sociales y religiosos.
No olvidemos que TV Oriente es promovido por el Vicariato Apostólico de Yurimaguas y que desde ese medio se cuestionó la incursión del poder financiero del grupo Romero, sobre tierras reclamadas por comuneros. Esconder como ardid ese conflicto bajo el pretexto del tema Bagua para cerrar a dicha televisora, fue la mejor estrategia que encontró el régimen para acallar una voz incómoda.
La filosofía del Perro del Hortelano contra la Amazonía se desplomó a flechazos y plomazos en Bagua. Su ideólogo no pudo soportar que su visión sobre la Amazonía la destruyeran comuneros indígenas, sencillos pueblerinos amazónicos o periodistas de provincias como los de Canal 8 de Yurimaguas, o los de la Voz de Bagua, o los de radio y televisión Frontera en Pucallpa, a los que también cerraron con pretextos similares, empresas periodísticas que coincidentemente también se manifestaron, con vehemencia tal vez, pero observando la realidad y la razón de lo que fue Bagua, no solo un baguazo sino una expresión de la protesta de la Amazonía peruana, una y otra vez marginada en sus propias propuestas para desarrollarse, amenazada siempre por imposiciones centralistas que solo la ven como una oportunidad para succionarla y enriquecer mundos ajenos.
La movilización de Yurimaguas podría repetirse con más calor, podría replicarse en otras ciudades como Pucallpa, Bagua, Atalaya o el mismo Iquitos, pues todo aquel a quien pretenden taparle la boca a la fuerza, siente la ansiedad natural de gritar.
La reacción de Yurimaguas ante la clausura de un medio de comunicación, como Canal 8, es un primer eslabón social de una defensa del derecho fundamental a la libertad de expresión e información sustentada en la Constitución Política del Estado Peruano y en los principios universales de derechos humanos que nuestro país ha suscrito.
No es posible, entonces, que una resolución firmada por un funcionario de tercer nivel, se sobreponga a la carta Magna y a los convenios internacionales que reconocen derechos fundamentales para el ser humano, como es el de la libre expresión y opinión, que están en el mismo nivel como el derecho a la vida.
Quizá hubo cierta politización en la marcha de protesta efectuada en Yurimaguas, pero eso no exime los principios valorativos que motivó su convocatoria.
El cierre del Canal 8 tiene intrínseca una lucha de poderes que pasa desde el gobierno central, con el presidente Alan García a la cabeza, hasta los niveles regionales, municipales, empresariales, de organismos no gubernamentales, sociales y religiosos.
No olvidemos que TV Oriente es promovido por el Vicariato Apostólico de Yurimaguas y que desde ese medio se cuestionó la incursión del poder financiero del grupo Romero, sobre tierras reclamadas por comuneros. Esconder como ardid ese conflicto bajo el pretexto del tema Bagua para cerrar a dicha televisora, fue la mejor estrategia que encontró el régimen para acallar una voz incómoda.
La filosofía del Perro del Hortelano contra la Amazonía se desplomó a flechazos y plomazos en Bagua. Su ideólogo no pudo soportar que su visión sobre la Amazonía la destruyeran comuneros indígenas, sencillos pueblerinos amazónicos o periodistas de provincias como los de Canal 8 de Yurimaguas, o los de la Voz de Bagua, o los de radio y televisión Frontera en Pucallpa, a los que también cerraron con pretextos similares, empresas periodísticas que coincidentemente también se manifestaron, con vehemencia tal vez, pero observando la realidad y la razón de lo que fue Bagua, no solo un baguazo sino una expresión de la protesta de la Amazonía peruana, una y otra vez marginada en sus propias propuestas para desarrollarse, amenazada siempre por imposiciones centralistas que solo la ven como una oportunidad para succionarla y enriquecer mundos ajenos.
La movilización de Yurimaguas podría repetirse con más calor, podría replicarse en otras ciudades como Pucallpa, Bagua, Atalaya o el mismo Iquitos, pues todo aquel a quien pretenden taparle la boca a la fuerza, siente la ansiedad natural de gritar.
Pucallpa, domingo 21 de febrero del 2010
FIN
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