Públicado en la Revista VIAJEROS
Por: Anna Cartagena, 23 de julio de 2008
Ernesto es biólogo y en su larga carrera profesional ha participado en la creación de la Zona Reservada Tambopata-Candamo, ha dirigido el Programa Tambopata y el proyecto binacional Tambopata-Madidi. Sus mayores aficiones publicables son andar solo y salvaje, escribir poesía y escuchar jazz. Es, además, el reciente ganador del premio Whitley por su trabajo en la conservación de zonas críticas del planeta, específicamente, Tambopata, por tanto una de las voces más autorizadas en temas de medioambiente y conservación. Esta es la versión completa de la entrevista publicada en Solo para Viajeros de esta semana.
¿Qué significará una carretera como la Interoceánica, en términos sociales, cruzando por una de las zonas más ricas del planeta pero también una de las más olvidadas?Es correcto y razonable que un país fortalezca la conectividad en su territorio; pero es un engaño cruel ofrecer carreteras como solución a problemas históricos de marginación y desgobierno. Con esta carretera ya está pasando lo mismo que con la carretera a Pucallpa, con la Marginal de la selva y con la propia Interoceánica del lado brasileño; lecciones que no fueron atendidas, pese a las advertencias. La carretera de penetración como único o principal plan del Estado, genera colonizaciones espontáneas y atrae elementos marginales de la sociedad hacia regiones que no están preparadas para afrontar la ola de codicia y arrebato que se precipita sobre ellas (tras la tierra, la madera y el oro, en este caso). Se agudizan los conflictos territoriales. Aumentan los barrios precarios, las zonas rojas, la delincuencia común, los actos violentos y la inseguridad ciudadana. En el desorden, levanta cabeza el delito organizado. Todo esto ya está ocurriendo en Madre de Dios y ocurrió en otras partes, no es ninguna teoría.
¿Por qué parece que el desorden, caos y desgobierno campean en la selva? Campean en todo el país, no solo en la selva. Basta observar actividades como el transporte público, la minería y la pesca marina. En todos los casos, los intereses privados prevalecen sobre el interés público y los anémicos intentos de regularlos. Además, existen varias cadenas trenzadas de delito organizado que operan en todo el territorio nacional: el narcotráfico, el contrabando, la trata de personas, la tala ilegal. Estos son los verdaderos poderosos, indudablemente favorecidos por la debilidad del Estado. Nunca surge el delito organizado sin la corrupción de altos funcionarios.
Por otro lado, pulula una cultura maligna entre nosotros, tolerante con el maltrato y la negligencia criminal. Muchos pobres en el Perú creen que violar la ley es una reivindicación porque los ricos y las autoridades también lo hacen. Muchos ricos y autoridades creen estar por encima de la ley. Así, todos quedamos en las manos de cualquier conductor irresponsable, de combi o de Ferrari. Campean la anti-meritocracia, igualarse por lo bajo, festejar al mediocre y al transgresor, la adicción pasivo-agresiva y la violación de los derechos del prójimo. En la frontera selvática, de tejido social laxo e inestable, todo esto se manifiesta públicamente y a flor de piel, sin controles comunitarios ni policiales. La impunidad impera.
¿Somos solo un país minero y agrícola?Somos, sin duda, mineros y agrícolas (agrobiodiversos), como somos también pesqueros, madereros y turísticos. El Perú no puede ser definido sobre la base de un solo recurso, porque es muy rico en todos. Conviene recordar otras bonanzas republicanas: el caucho, el guano, la anchoveta. Recursos naturales renovables, ni mineros ni agrarios. A principios de los 70s éramos, oficialmente, un país pesquero. Pero lo que más somos, desde la Colonia, es un país exportador de materias primas y de bienes con mínimo valor agregado; condición basada en la explotación depredadora del patrimonio de todos, con beneficio notable de unos pocos, muchas veces foráneos y pasajeros. El país nunca ha capitalizado, como nación, sus bonanzas: seguimos siendo pobres o quedamos más pobres cuando acaba el sarao. Sí han emergido en cada ocasión plutocracias muy prepotentes. La bonanza minero-petrolera actual no es ninguna excepción, sino una reedición de la dialéctica de la expoliación, ahora a ritmo de globalización.
¿Por qué el tema forestal ocupa el último lugar de lo urgente? Lo forestal, el bosque, como “selva”, ha estado siempre al centro del debate sobre desarrollo y nación en el Perú; pero desde la lejanía y extrañeza con que Lima ve el resto del país. Esa extrañeza conviene a los poderes oscuros que operan en la selva, porque una ciudadanía capitalina que ve la selva como si fuera Venus nunca va a presionar por leyes firmes ahí, nunca la va a reconocer como un escenario nacional relevante.
El aporte maderero al PBI nacional es ridículo, bordea el 1%. Sin embargo, el boom de la caoba durante los 90s ha sostenido más de una fortuna, como la de los Bozovich, cabezas de las familias de ascendencia croata que controlan más del 90% del valor de las exportaciones de madera. Hablamos de familias con poder económico y llegada política. Guillermo Zender, notorio líder maderero y abierto enemigo de la Ley 27308, fue incorporado por Raúl Diez Canseco al equipo asesor de Toledo. Recientemente, bastó una carta pública del lobby maderero para tumbarse al Jefe del INRENA, a un Intendente Forestal honesto y a la definición técnica del rendimiento de la caoba. Mucho poder.
Es imposible comprender la poderosa influencia de los intereses depredadores del bosque en el Perú si no se toma en cuenta el rasgo fundamental del sector forestal: el predominio de la tala ilegal como crimen organizado. Tras el juego político público y leguleyo, operan la corrupción, el amedrentamiento y el asesinato. También, operan capitales ilegales mucho más sólidos que ese 1% del PBI. No por las puras se dice “blanquear” madera.
¿Por qué la selva sigue siendo vista solo como un lugar misterioso, deshabitado y con algunas "tribus salvajes" a las que "debemos" civilizar?Existe una percepción ecológica del Perú distorsionada por la demografía y las ciencias sociales, según la cual somos áridos, serranos y costeños. El 60% del territorio peruano es amazónico y tórrido, con el 98% del agua dulce del país. Pero el 70% de la población habita en la costa desértica y los que “piensan” el país son criollos y serranos. El extraordinario Instituto de Estudios Peruanos es casi exclusivamente andino. Los estudios amazónicos son una novedad marginal en San Marcos. Así, somos inmensamente ricos en culturas, bosques y aguas; pero eso no nos cabe en la cabeza. Es una herencia antigua, incaica y colonial; porque ambos imperios fracasaron en conquistar la selva. Los “chunchos” no se dejaron (bien por ellos), y entonces fueron condenados al exotismo. Esa imagen ha sido reforzada por los artistas criollos (“El Hablador”) y por los propios amazónicos. Quién no quisiera ser mágico e intenso.
Pero igual se les sigue percibiendo como primitivos…Percibir como “primitivos” a los pueblos amazónicos es ignorancia racista, problema educativo nacional. Mucha culpa tienen algunos antropólogos, que en lugar de ilustrarnos convierten a esos pueblos en su feudo intelectual. También es ignorante la percepción de un espacio vacío y desperdiciado. Es ignorancia del peor calibre, prejuiciosa y prepotente, que se expresa en el sueño recurrente de la conquista de la selva. El discurso civilizador solo racionaliza la codicia y disfraza la lujuria. La selva es escenario privilegiado de nuestras pasiones más altas y más bajas. Soñadores tan disímiles como Heraud y Belaúnde; villanos como Aguirre y Fitzcarrald se hundieron en la selva.
La selva es como una hermosa mujer de destino trágico: en el alucinado afán de poseerla, no aprendemos a amarla, nunca nos ocupamos de conocerla; y acabamos violándola, despedazándola, corrompiéndola. Existe otro ángulo: La selva ha aportado experiencias culturales y políticas fundamentales para la construcción de una nación moderna en el Perú. Consideremos el terco patriotismo nor-amazónico; el movimiento indígena; la gesta de la selva central, desde los pujantes inmigrantes europeos hasta la heroica resistencia Asháninka contra Sendero. Hoy en día, el saludable y lúcido proceso de gobernabilidad territorial que avanza en San Martín.
¿Qué significa, en términos políticos, sociales y económicos, este paquete de Decretos Ley que el ejecutivo ha lanzado, so pretexto de encausar el TLC con los EEUU, y que las regiones selváticas han denunciado por ser inconsultas?En términos políticos, ilustra una vez más la débil vocación democrática de García. El paquete, en todo lo que atañe al bosque y a las comunidades, es ilegítimo y quizá ilegal. El fortalecimiento de las atribuciones de las FFAA para actuar dentro del territorio nacional y la caza de brujas (periodística y judicial) apuntan a lo mismo. Esto es, pues, gravísimo. En términos sociales, el paquete, especialmente en cuanto a tala ilegal y minería informal, otorga más oxígeno a estas actividades, que son factores cruciales de erosión social y ambiental en el Perú, y socava la tradición social comunitaria. Económicamente, facilita la conversión de nuestros bosques, probablemente en monocultivos de agro-combustibles, y opta en contra de economías basadas en los bosques en pie: ecoturismo, agroforestería, producción orgánica, pago por servicios ambientales, secuestro de carbono, ciencia y tecnología de la biodiversidad. Sobre todo, el paquete no hace mella en el delito organizado de la tala ilegal. García está intentando engatusar a los demócratas con quienes firmó el TLC; gambito peligroso, donde se juega nuestro patrimonio natural estratégico, bosques y aguas.
¿Crees que el Ministerio del Ambiente pueda poner orden? Por diseño, el MinAmbiente puede hacer poco o nada por bosques y aguas; Agricultura es rey. La mejor garantía de un MinAmbiente fuerte y sano es el propio ministro Antonio Brack. Tiene el coraje. También va a requerir astucia y humildad para escuchar y dejarse ayudar, porque solo o entre ayayeros va muerto. Espero que se atornille como sututo en el puesto, que no se deje mandonear por nadie (en especial, por Benavides), que abra canales de diálogo y establezca alianzas estratégicas con todos sus aliados naturales: los indígenas, los campesinos, los empresarios de avanzada, los ambientalistas, los académicos, los cooperantes, las autoridades locales, los ciudadanos de buena voluntad. La creación del MinAmbiente fue un gesto insincero; pero el ministerio ya existe y es de todos los peruanos: nos cabe a todos participar en su erección y evitar su impotencia.
¿Aparte de la delincuencia qué otras lacras sociales acarrean las actividades como la minería informal y la tala ilegal?Ambas acarrean alto riesgo de salud, riesgo de muerte. Abundan los accidentes (son multitud ignorada los lisiados) y las enfermedades infecciosas. Los campamentos mineros en Madre de Dios son focos nacionales de malaria; el machismo, la promiscuidad y los burdeles contribuyen a una gran incidencia de infecciones venéreas, incluso SIDA. El mercurio arrojado al aire y a las aguas envenena directamente a los mineros y a sus familias, se bioacumula en los peces y afecta a los pobladores ribereños que dependen de esa proteína (incluída la población de Puerto Maldonado). Su efecto es demoledor en los cerebros infantiles. Lo que está en juego es…La selva es escenario crucial de un debate práctico que ocurre en todo el país, entre la obsesión de exportar nuestras entrañas crudas como toda estrategia de gobierno y quienes también bienvenimos la bonanza; pero como oportunidad histórica, no como coyuntura expoliadora. Quienes se están hinchando con la riqueza de todos no quieren obstáculos ni frenos, no les importa la sociedad peruana. Ahí caben la Sociedad de Minería y las autoridades que acaparan el canon minero-petrolero. Yo veo que un país mejor y estable puede ser logrado si promovemos mucha mayor equidad y transparencia en el reparto de beneficios.
Existe distancia ideológica importante entre estos puntos de vista; mas no se trata de quienes buscan el desarrollo contra quienes se oponen; ni de un gobierno modernizador enfrentado a unos rústicos bucólicos. Nos oponemos a la depredación enarbolando la mejor ciencia disponible (la del cambio climático, por ejemplo), tecnologías de punta y opciones económicas de vanguardia (secuestro de carbono y productos orgánicos contra agro-combustibles y transgénicos). Insistimos en el fortalecimiento y la modernización de las instituciones democráticas, la lucha anti-corrupción, la protección de la infancia, una revolución educativa, la formalización y el imperio de la ley. Queremos más industrias de vanguardia, verdes, y gran exportación de valor agregado.
Hasta el momento, mucho de este debate crucial se ha expresado en conflictos más o menos violentos, actos de resistencia de los pobres que ven sus territorios y recursos vitales (como el agua) amenazados. Las protestas son muy heterogéneas, propensas al cálculo mezquino, la manipulación, la infiltración insurreccional y el caudillismo. Peligrosísimo subestimarlas. Vivimos el efecto combinado de la poca experiencia ciudadana, de taras tercas (como el racismo), de la debacle moral del movimiento popular y el genocidio intelectual que ha supuesto la educación en el Perú. Venimos de un cuarto de siglo oscurísimo, precedido por militares y oligarcas. No olvidemos lo joven de nuestra democracia y de nuestros ciudadanos. Poco a poco, ojalá para bien, intelectuales y académicos vamos reencontrando y reincorporando nuestras voces. Hemos callado y temido demasiado. Es hora de aportar a nuestra patria.
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