¿Cuantos muertos mas deben haber para que el Gobierno y el Congreso de la República resuelvan las demandas de los Pueblos Amazónicos?
Por: Sandro Chávez
Por: Sandro Chávez
Con la innecesaria muerte del joven nativo Awajun caído en el desalojo policial del puente Corral Quemado de la ciudad de Bagua, se ha ingresado lamentablemente a una situación más tensa en el conflicto que enfrenta al Gobierno y los Pueblos amazónicos, de hecho es de esperar una reacción de indignación y frustración por parte de las Comunidades indígenas de nuestra amazonia, que por cierto es la misma indignación que nosotros tenemos, por lo que nos solidarizamos plenamente con ellos.
¿Qué necesidad había de declarar en emergencia algunas regiones del País?, ¿Cuál era el propósito de ello?, ¿Por qué no se atendió diligentemente las demandas indígenas, generándose los mecanismos confiables para un dialogo y resolución del conflicto adecuado para todos?, ciertamente el Gobierno tendrá que responder a ello, pues el movimiento indígena viene desde hace muchos meses con mucha paciencia esperando una solución a sus propuestas, que es la derogatoria de los Decretos Legislativos 1090, 1020, 1064, 1080, 1081 y 1089, por considerarlos inconstitucionales e inconsultos de acuerdo al Convenio 179 de la OIT, que dicho sea de paso la Ministra de la Mujer ha reconocido públicamente.
Es evidente que el Gobierno ha desarrollado una estrategia errada, primero trató de aislar la huelga indígena, luego de romperla al crear una mesa de diálogo sin AIDESEP que es uno de los principales interlocutores del Movimiento Indígena en el Perú, hasta provocar intentos de división a su interior utilizando para ello a los perdedores de la elecciones pasadas para su junta directiva.
Luego de verse rebasado por las movilizaciones y acciones de protesta de los nativos, ha pretendido jugar al dialogo junto con el oficialismo del Congreso de la República para que vía la Comisión de Constitución se alargue el diálogo hasta cansar al movimiento y luego imponerle algunas superficiales modificatorias a los DLs, de manera de decir que si se resolvió la agenda pendiente con los indígenas.
Sin embargo, el sol no se puede tapar con un solo dedo, por más que alguna prensa haya callado en todos los idiomas y otros pretendan maquillar lo que está sucediendo, lo cierto es que hay un movimiento indígena dispuesto a conseguir respeto a sus demandas, que no son simples “caprichos” como algún ministro distraído ha dicho, es un asunto de vida, de sobrevivencia de una cultura que ha vivido y desea seguir viviendo en armonía con la Amazonía, su territorio no es solo un pedazo de tierra para defender, es su hábitat donde pescan, cazan y generan sus alimentos para todas sus familias, es su cultura donde sus antepasados y ellos supieron adaptarse al hermoso y biodiverso ecosistema amazónico, es su razón de vivir y sin territorio pierden su identidad y por tanto la desaparición de su cultura.
En medio de un galopante cambio climático, las comunidades indígenas se convierten en los principales aliados en la protección y conservación de nuestros bosques, como es posible que el Perú que ha suscrito las metas del Milenio y se encuentra involucrado en cuanto evento y convenio internacional que permita la adaptación y mitigación del calentamiento Global, trate tan mal a aquellos que durante siglos han cuidado lo que ahora nos permitirá soportar este flagelo global.
No hay coherencia entonces en las actitudes y menos en las decisiones políticas, resulta por tanto lamentable que se persista en la neoliberal propuesta del “Perro del Hortelano”, donde solo la inversión salvara al Perú, pero lo que no se dice es que para ello es indispensable, el cumplimiento de las leyes y el respeto de los derechos de todos y cada uno de los peruanos y peruanas, sean estos de la costa o la selva, sean de Miraflores o de Bagua; es más se pretende decir que en la Amazonía hay recursos ociosos que no se usan y que le capital inversionista podría a partir de su explotación generar más ingresos para el Perú y para las localidades afectadas, solo basta con preguntar a miles de peruanos y peruanas que viven en donde se desarrolla la actividades extractivas como de hidrocarburos, forestal y mineras si la “felicidad y la abundancia llego a sus hogares”, claro que no, menos se han resuelto los grandes pasivos ambientales que han dejado muchas irresponsables empresas avaladas directa o indirectamente por el estado .
No hay justificación para otra muerte más en la amazonia, tampoco para continuar con el estado de emergencia y la acciones represivas de la Marina y la policía; es evidente que no queda otro camino que el dialogo, pero efectivo con plazos y responsables, pues las propuestas existen y los argumentos técnicos y jurídicos también, como dijéramos antes, solo falta voluntad política para gobernar para todos, ¿la tendrá el Dr. Alan García o habrá que esperar la muerte de otro inocente indígena?
¿Qué necesidad había de declarar en emergencia algunas regiones del País?, ¿Cuál era el propósito de ello?, ¿Por qué no se atendió diligentemente las demandas indígenas, generándose los mecanismos confiables para un dialogo y resolución del conflicto adecuado para todos?, ciertamente el Gobierno tendrá que responder a ello, pues el movimiento indígena viene desde hace muchos meses con mucha paciencia esperando una solución a sus propuestas, que es la derogatoria de los Decretos Legislativos 1090, 1020, 1064, 1080, 1081 y 1089, por considerarlos inconstitucionales e inconsultos de acuerdo al Convenio 179 de la OIT, que dicho sea de paso la Ministra de la Mujer ha reconocido públicamente.
Es evidente que el Gobierno ha desarrollado una estrategia errada, primero trató de aislar la huelga indígena, luego de romperla al crear una mesa de diálogo sin AIDESEP que es uno de los principales interlocutores del Movimiento Indígena en el Perú, hasta provocar intentos de división a su interior utilizando para ello a los perdedores de la elecciones pasadas para su junta directiva.
Luego de verse rebasado por las movilizaciones y acciones de protesta de los nativos, ha pretendido jugar al dialogo junto con el oficialismo del Congreso de la República para que vía la Comisión de Constitución se alargue el diálogo hasta cansar al movimiento y luego imponerle algunas superficiales modificatorias a los DLs, de manera de decir que si se resolvió la agenda pendiente con los indígenas.
Sin embargo, el sol no se puede tapar con un solo dedo, por más que alguna prensa haya callado en todos los idiomas y otros pretendan maquillar lo que está sucediendo, lo cierto es que hay un movimiento indígena dispuesto a conseguir respeto a sus demandas, que no son simples “caprichos” como algún ministro distraído ha dicho, es un asunto de vida, de sobrevivencia de una cultura que ha vivido y desea seguir viviendo en armonía con la Amazonía, su territorio no es solo un pedazo de tierra para defender, es su hábitat donde pescan, cazan y generan sus alimentos para todas sus familias, es su cultura donde sus antepasados y ellos supieron adaptarse al hermoso y biodiverso ecosistema amazónico, es su razón de vivir y sin territorio pierden su identidad y por tanto la desaparición de su cultura.
En medio de un galopante cambio climático, las comunidades indígenas se convierten en los principales aliados en la protección y conservación de nuestros bosques, como es posible que el Perú que ha suscrito las metas del Milenio y se encuentra involucrado en cuanto evento y convenio internacional que permita la adaptación y mitigación del calentamiento Global, trate tan mal a aquellos que durante siglos han cuidado lo que ahora nos permitirá soportar este flagelo global.
No hay coherencia entonces en las actitudes y menos en las decisiones políticas, resulta por tanto lamentable que se persista en la neoliberal propuesta del “Perro del Hortelano”, donde solo la inversión salvara al Perú, pero lo que no se dice es que para ello es indispensable, el cumplimiento de las leyes y el respeto de los derechos de todos y cada uno de los peruanos y peruanas, sean estos de la costa o la selva, sean de Miraflores o de Bagua; es más se pretende decir que en la Amazonía hay recursos ociosos que no se usan y que le capital inversionista podría a partir de su explotación generar más ingresos para el Perú y para las localidades afectadas, solo basta con preguntar a miles de peruanos y peruanas que viven en donde se desarrolla la actividades extractivas como de hidrocarburos, forestal y mineras si la “felicidad y la abundancia llego a sus hogares”, claro que no, menos se han resuelto los grandes pasivos ambientales que han dejado muchas irresponsables empresas avaladas directa o indirectamente por el estado .
No hay justificación para otra muerte más en la amazonia, tampoco para continuar con el estado de emergencia y la acciones represivas de la Marina y la policía; es evidente que no queda otro camino que el dialogo, pero efectivo con plazos y responsables, pues las propuestas existen y los argumentos técnicos y jurídicos también, como dijéramos antes, solo falta voluntad política para gobernar para todos, ¿la tendrá el Dr. Alan García o habrá que esperar la muerte de otro inocente indígena?
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