Informe N°162, 12/01/2010
Ni buenos ni malos salvajes, solo ciudadanos
Frente a las inesperadas críticas al Informe Final de Bagua y en el afán de satanizar a los indígenas amazónicos que participaron en los sucesos del 5 de junio del año pasado, el actual gobierno insiste en presentarlos ante la opinión pública como los “malos salvajes” capaces de cometer actos execrables.
Lo último han sido las declaraciones del Presidente Alan García realizadas en Panorama, para quien lo ocurrido en Bagua fue una masacre de policías asesinados por extremistas con “preparación paramilitar”. Estas afirmaciones tan desatinadas se presentan sin sustento alguno y ni siquiera se encuentran consignadas en el Informe Final de Bagua. Por esto, las declaraciones de García parecen más una estrategia para acallar las críticas sobre dicho Informe, así como también para fortalecer la opinión que descalifica a los nativos para opinar sobre las normas que aquellos “civilizados” quieren dar en su favor.
El periodista Mirko Lauer señala que hay dos estereotipos que se presentan a raíz de los sucesos de Bagua: por un lado, un sector de la prensa que se dedica a promover la imagen del indígena salvaje y feroz y, por otro lado, varias ONG que promueven la imagen del buen salvaje, cuya diferencia cultural es un argumento válido para exceptuarlo de ser juzgado por las leyes.
Asimismo, Fritz Du Bois, director del diario Perú 21, señala en su artículo En el corazón de las tinieblas, que se requiere canalizar los temores de los nativos hacia la modernidad a través de una propuesta como la del economista Hernando de Soto. Sin embargo, desde este punto de vista, se insiste en ver a los amazónicos como incivilizados que requieren de la guía de otros para poder desarrollarse. Para Fernando Rospigliosi, los defensores de los “buenos salvajes”, se basan en razones ideológicas y políticas para negar la violencia y crueldad con que actuaron los indígenas en la Estación de Bombeo Nº 6.
Más allá de estas posiciones, que ensombrecen las verdaderas demandas de la movilización amazónica, uno de los aspectos que ha desnudado el conflicto en Bagua es la necesidad de que el Estado establezca las condiciones para que los indígenas de nuestro país sean tratados como ciudadanos, a los que les asiste derechos y deberes.
Un primer paso para lograr este objetivo es desterrar aquella visión que ve a los indígenas como enemigos del progreso y como gente fácilmente manipulable. Para Róger Rumrrill, especialista en temas amazónicos, es una falacia decir que los indígenas son manipulados. Esta posición solo expresaría el racismo y el desprecio que se tiene a los pueblos indígenas, negando su inteligencia y su capacidad de decisión.
Sin embargo, al gobierno de Alan García parece que le conviene mostrar que el Estado negocia con “buenos” y “malos” salvajes para persistir en la negativa de reconocer los derechos a la ciudadanía que, hace rato, reclaman los pueblos de la Amazonía. Reconocer desde la autoridad estos derechos fundamentales sería un buen comienzo para un diálogo real que lleve a plantear los problemas amazónicos en otra perspectiva. Por el contrario, insistir en la satanización actual solo presagia nuevos y peores enfrentamientos.
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