Por Roger Rumrrill
Los bosques tropicales son, en el siglo XXI, el verdadero “El Dorado” de la cuenca amazónica. “El comercio internacional en el siglo XXI será verde”, decía hace poco en Iquitos Jorge L. Chediek, el ex director residente del PNUD y Naciones Unidas en el Perú y ahora en funciones en el Brasil. Luego, en una conferencia en la Biblioteca Amazónica, pidió “repensar el modelo de desarrollo amazónico”.
El modelo económico extractivo-mercantil, es decir primario-exportador, es inviable en términos ambientales, sociales y económicos. La actividad forestal es un ejemplo de ello. De acuerdo a Guillermo Andrade Sáenz, experto en el tema, el negocio de la madera se “sostiene en una sistema esclavista que es la habilitación y genera un crecimiento económico aritmético y una pobreza geométrica”.
En una nueva economía sostenible, el bosque en pie no sólo debe generar riqueza en base a los servicios ambientales (el programa REDD es una posibilidad), sino en muchas otras actividades. Julio Arce Hidalgo, notable fitoquímico de la Amazonía, está estudiando los principios activos de algunas especies forestales. La sangre de drago es una de ellas. Produce taspina. Un gramo cuesta 100 dólares. Un barril de copaiba, que se extrae de 5 árboles, se vende en 1500 dólares.
Hay que imaginar entonces la riqueza que poseen los pueblos indígenas amazónicos con 9 millones de hectáreas con títulos de propiedad y 5 millones de hectáreas en cesión de uso. Pero buena parte de esos bosques son explotados por particulares e intermediarios a través de contratos leoninos. Tal como ocurre en el Yurúa.“
La solución está en que las Comunidades Nativas manejen y aprovechen sus bosques directamente, haciéndose cargo de la extracción, transformación y comercialización. Ofertando madera con valor agregado”, opina Marco Romero Pastor, destacado experto forestal.
De 277,112 millones de dólares de madera exportada en el año 2008, buena parte proviene de bosques de Comunidades hacia donde ha migrado la extracción ilegal implicándolas en procesos judiciales y administrativos.
Ha llegado la hora de liberar a las Comunidades Nativas de los habilitadores y otras formas de cautiverio económico y social. Ese es el primero y urgente gran paso para que conviertan su bosque en el nuevo “El Dorado” amazónico.
El modelo económico extractivo-mercantil, es decir primario-exportador, es inviable en términos ambientales, sociales y económicos. La actividad forestal es un ejemplo de ello. De acuerdo a Guillermo Andrade Sáenz, experto en el tema, el negocio de la madera se “sostiene en una sistema esclavista que es la habilitación y genera un crecimiento económico aritmético y una pobreza geométrica”.
En una nueva economía sostenible, el bosque en pie no sólo debe generar riqueza en base a los servicios ambientales (el programa REDD es una posibilidad), sino en muchas otras actividades. Julio Arce Hidalgo, notable fitoquímico de la Amazonía, está estudiando los principios activos de algunas especies forestales. La sangre de drago es una de ellas. Produce taspina. Un gramo cuesta 100 dólares. Un barril de copaiba, que se extrae de 5 árboles, se vende en 1500 dólares.
Hay que imaginar entonces la riqueza que poseen los pueblos indígenas amazónicos con 9 millones de hectáreas con títulos de propiedad y 5 millones de hectáreas en cesión de uso. Pero buena parte de esos bosques son explotados por particulares e intermediarios a través de contratos leoninos. Tal como ocurre en el Yurúa.“
La solución está en que las Comunidades Nativas manejen y aprovechen sus bosques directamente, haciéndose cargo de la extracción, transformación y comercialización. Ofertando madera con valor agregado”, opina Marco Romero Pastor, destacado experto forestal.
De 277,112 millones de dólares de madera exportada en el año 2008, buena parte proviene de bosques de Comunidades hacia donde ha migrado la extracción ilegal implicándolas en procesos judiciales y administrativos.
Ha llegado la hora de liberar a las Comunidades Nativas de los habilitadores y otras formas de cautiverio económico y social. Ese es el primero y urgente gran paso para que conviertan su bosque en el nuevo “El Dorado” amazónico.
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