¿Solo la propiedad salvará a los pueblos amazónicos?
A un año del “Baguazo”, se publicó el artículo La Amazonía no es Avatar elaborado por el Instituto Libertad y Democracia (ILD) que dirige el economista Hernando de Soto. En este artículo, al igual que en el documental El misterio del capital de los indígenas amazónicos, se enfatiza que, frente embate de la globalización, los pueblos amazónicos requieren de propiedades y empresas para protegerse y beneficiarse de este inevitable proceso. Pero ¿la propiedad será la única vía para que estos pueblos puedan salir de la pobreza y la exclusión?
El problema amazónico: ¿rechazo o integración al modelo?
Para Hernando de Soto, los indígenas de la Amazonía rechazan el hecho de ser marginados y no tener un papel en el proceso productivo dentro del nuevo orden que se les propone. Pero, ¿de qué proceso productivo hablamos? Pues, de un sistema económico primario-exportador de los recursos naturales que, en muchos casos, ha originado el arrasamiento de pueblos enteros. Frente a esta realidad, se necesita reconocer que el actual modelo con el que se pretende “desarrollar” a los pueblos amazónicos viene entrando en conflicto con su forma de vida, donde lo colectivo y la convivencia con el territorio son predominantes.
En segundo lugar, estamos de acuerdo cuando De Soto afirma que los indígenas amazónicos tienen derecho a las herramientas del mercado para desarrollarse y que debemos condenar todas esas prácticas paternalistas que apuntan a tratarlos como “antigüedades precolombinas amarradas al pasado”. El tema aquí es cómo lo hacemos. El camino propuesto por De Soto es con la propiedad privada.
Las “dificultades” del modelo comunitario
En este texto, como también lo señala en una entrevista en Perú 21, De Soto señala que la comunidad indígena no sirve para organizarse económicamente porque no se encuentran bien documentadas y no comparten un “mismo estándar” entre ellas, por esto, viven en un “apartheid económico infértil”. No podemos dudar de que existan indígenas que quieran tener una propiedad, pues es su derecho, pero, de allí a considerar que esta es la solución al problema indígena es caer en una visión homogeneizadora del desarrollo. Además, hasta ahora, el incentivo a la lotización amazónica sin un verdadero control por parte del Estado ha conllevado a una mayor depredación de los recursos naturales. Este no es un mero discurso de los “expertos”, esto es la realidad.
Finalmente, un aspecto polémico es el rol que juega el Convenio 169 de la OIT que, en opinión de De Soto, es útil pero insuficiente, pues no promueve la participación activa de los indígenas en la elaboración de propuestas sobre su desarrollo. Sin embargo, la reciente ley de consulta previa, que cumple lo dispuesto por este Convenio, es un primer paso para que el Estado reconozca a los indígenas como ciudadanos con derechos y luego que sus propuestas sean realmente tomadas en cuenta.
Por todo esto, si bien es saludable que se elaboren propuestas para el desarrollo de los pueblos indígenas, consideramos que estas debieran tener un mayor basamento en la cultura amazónica y en la consideración de los indígenas como ciudadanos, porque si bien todos somos peruanos, no todos vemos el progreso de la misma manera.
Cipriani?
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