Por: Rodrigo Arce Rojas[1]
Favorecer procesos efectivos de formulación participativa de políticas públicas forestales implica la buena predisposición de autoridades y de la sociedad civil (en sus múltiples manifestaciones) para encontrar alternativas de redacción sensata y proactiva de tal manera que los textos resultantes vayan en beneficio de la conservación de los bosques[2] y de la calidad de vida de los actores involucrados.
Un genuino proceso participativo de política pública implica tomar muy en cuenta la sustentabilidad y la equidad como principios rectores para la configuración final de la redacción de textos. Pretender hacer prevalecer un punto de vista o interés particular sin considerar los otros puntos de vista o intereses va en detrimento de la calidad de los acuerdos sociales. Lograr acuerdos sociales positivos, constructivos y sostenibles implica una predisposición actitudinal de encuentro de actores, culturas y visiones, de capacidad de interaprendizaje y de voluntad para remover posiciones y discursos que no tengan esa capacidad de síntesis y de sensatez. En todo este proceso la capacidad de escucha es fundamental para todos los actores participantes.
Para poner en práctica estos principios hagamos un ejercicio de redacción de una propuesta de texto para incorporarlo en una política pública. Supongamos por ejemplo que queremos discutir sobre una propuesta básica de definición de recursos forestales:
“Son recursos forestales los componentes leñosos y no leñosos de la flora de los bosques naturales, las plantaciones forestales, las tierras cuya capacidad de uso mayor sean de producción forestal y de protección, con o sin cobertura arbórea, así como los demás componentes silvestres de la flora terrestre y acuática emergente, incluyendo su diversidad genética, cualquiera sea su ubicación en el territorio nacional”.
Existen muchos factores que determinan la forma cómo interpretamos el texto:
- Nuestra formación o especialidad: el especialista en ciencias naturales podría decir por ejemplo: “qué bueno que se acordaron de las especies no leñosas porque hasta ahora se ha simplificado el entendimiento de los bosques sólo a los árboles maderables”. Por su parte el especialista en ciencias sociales diría que “considerar a las especies no leñosas corresponde a un enfoque inclusivo acorde con una visión más sistémica de los bosques”
- La historia: alguien podría decir: “poner como recurso forestal a las especies no leñosas es un peligro porque seguramente que están pensando en abrir las puertas a los agrocombustibles como ya lo han hecho antes”
- Las proyecciones: alguien podría decir: “seguramente que con el pretexto de plantaciones forestales nativas ya están pensando en instalar grandes plantaciones de palma aceitera”
Los temores y las sospechas: alguien podría decir: “seguramente quieren favorecer la conversión de bosques a monocultivos agroindustriales con el pretexto que son recursos forestales” - Los significados: para algunos la palma africana es una especie forestal para otros es una especie agrícola. En la misma dirección para algunos las plantaciones forestales no son bosques para otros sí.
- La capacidad imaginativa: “seguramente que asociadas a las plantaciones están pensando establecer grandes aeropuertos, carreteras y energía y con ello vendrá la inseguridad en nuestros pueblos, delincuencia y resquebrajamiento social”
- El tipo de mirada que tenemos sobre el texto: integral o fragmentada. Una cosa es quedarse en la expresión “no leñosas” y otra cosa es entender que se está hablando de “no leñosas silvestres”
Seguramente habrá muchos otros factores más. Lo importante es darnos cuenta que estos factores no se presentan aislados sino que están profundamente intrincados y que se mezclan verdades con percepciones, prejuicios, temores que en muchos casos se reconoce que tienen una base histórica. Queda claro también que con mutuos prejuicios, descalificaciones y deslegitimaciones no es posible avanzar en un espíritu de diálogo generativo.
Avanzar en un sentido de gobernabilidad democrática intercultural implica un esfuerzo conjunto de autoridades y de la sociedad civil de transitar por caminos de diálogo generativo y aportar con señales y acciones para dar muestras positivas de buena fe y confianza. La cultura de la sospecha y la desconfianza atentan contra la consistencia y efectividad de los procesos de construcción participativa de política pública forestal. Por ello es importante apelar a la sinceridad, objetividad, ponderación y sentido de país y de sustentabilidad.
Fortalecer nuestras incipientes democracias, construir gobernabilidad democrática intercultural, consolidar institucionalidad apela a mejorar nuestras capacidades de diálogo y deliberación constituyen retos y oportunidades. Corresponde a cada uno de nosotros aportar en esta dirección con responsabilidad. Las emociones forman parte de la integralidad del ser y hay que tomarlas en cuenta pero tampoco nos podemos quedar únicamente en una dimensión emocional a algo que hay que ponerle cuerpo, mente, corazón y espíritu.
[1] Ingeniero Forestal. Facilitador de procesos sociales. rarcerojas@yahoo.es
[2] Estoy tomando la acepción original de la conservación que también incluye el aprovechamiento sostenible de ecosistemas y especies
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