miércoles, 26 de enero de 2011

LAGARTOCOCHA: ÚLTIMO REDUCTO DE UNA FAUNA EN DECLIVE

Por: José Álvarez Alonso

Un amanecer en Aguas Negras, una de las más bellas cochas de nuestra Amazonía, localizada a orillas del río Lagartococha, es lo más cercano al paraíso que uno puede imaginar; ese paraíso que algunos escritores del siglo XVI creyeron precisamente ubicado en alguna parte de Loreto. Hace poco más de una década tuve oportunidad de visitar esta zona como parte del equipo científico encargado de hacer las evaluaciones para la categorización de la recién creada Zona Reservada de Güeppí. Recorrí en canoa la cocha y un buen tramo del río guiado por un soldado del campamento militar de Lagarto Cocha, reclutado como la mayoría en una comunidad indígena de Loreto y, por tanto, experto conocedor de la selva.

He visitado algunos de los rincones más apartados de la Amazonía peruana, pero pocos me impresionaron tanto como Lagarto Cocha y su cocha Aguas Negras. El recuerdo de los pocos días que pasé allí (adonde llegamos cruzando a pie por el monte desde Güeppí) se mantiene vívido en mi mente, como si hubiese ocurrido apenas unas semanas atrás. Durante la noche, y desde el campamento, se puede escuchar a lo lejos el melancólico redoble del montete y, con un poco de suerte, el aún más profundo y lastimero canto del paujil de vientre blanco. Con las primeras luces del alba, y rompiendo la algazara nocturna de ranas, atauleros y tuhuayos, se escucha el rasgueteo de las alas de las pavas, un sonido raro no sólo por sus características, sino porque es cada vez más difícil de escuchar en la selva hoy en día, debido a la inclemente persecución de esta majestuosa y sabrosa ave.

Ya con los primeros rayos del sol comienza el alboroto de miles de loros de varias especies, que se despiertan en los árboles de la orilla de la cocha saludando al nuevo día como si celebrasen haber vivido una noche más; a éste se unen los gritos de decenas de aves acuáticas desplazándose por entre los jirones de bruma que se elevan perezosos de las tersas aguas de la cocha, los roncos gritos de los guacamayos que pasan volando a gran altura, y el estridente graznido del shihuango negro, que clama por su porción del pez que está devorando en la punta de un pashaco el águila pescadora venida de otras latitudes. Completan el concierto selvático el rugido casi alienígena de los monos coto, con machos reclamando su territorio desde distintos lugares del bosque, y el alucinante sonido de cohete producido por la espectacular exhibición aérea al borde de la cocha de los Saltarines de Corona Naranja, un espectáculo observado por muy raras personas… Todo esto, y mucho más, en el marco incomparable de una inmensa cocha de oscuras aguas –de ahí su nombre-, de cuya vista es posible disfrutar desde el puesto militar de Aguas Negras, asentado estratégicamente en una loma al borde mismo del agua...

El río Lagartococha, afluente del Aguarico, ha sido escenario de históricos conflictos fronterizos entre Perú y Ecuador, y de no tan remotas diatribas políticas regionales, a raíz de la visita a esta zona de altos políticos peruanos y ecuatorianos con ocasión de la firma del acuerdo de paz entre ambos países. Gracias a esos conflictos, hoy es uno de los lugares más prístinos que quedan en nuestra maltratada Amazonía, ya que está prohibido todo tránsito de civiles en la zona, y se ha convertido en uno de los últimos refugios de especies cada vez más raras en otros lugares. Si bien los militares de ambos países, cuyos puestos de control se localizan a lo largo de la frontera que es este río, suelen realizar algunas actividades de caza y pesca para autoconsumo, su impacto es bastante insignificante. Hoy esta cuenca está protegida, en el lado peruano, por la Zona Reservada de Güeppí.

En la cuenca del río Lagartococha todavía sobrevive una población significativa de algunas de la especies más amenazadas de extinción, como el manatí o vacamarina (Trichechus inunguis), la charapa (Podocnemis expansa), y el caimán negro (Melanosuchus niger). También abundan el paiche (Arapaima gigas), la gamitana (Colossoma macropomum) y otros grandes peces, muy perseguidos y por tanto escasos en otros lugares. Las características particulares de las aguas de este río, de gran fertilidad y bastante transparencia debido a lo manso de su corriente, hacen que la productividad primaria sea extraordinaria. Un fenómeno característico de este río, muy raramente observado en otros cuerpos de agua, es la abundancia de algas que crecen sobre troncos sumergidos y en las orillas. Como consecuencia, abunda también el pescado, y los animales que se alimentan de él, por supuesto.

Otro de los tesoros que guarda tan celosamente este peculiar río es una de las más densas poblaciones de nuestra Amazonía de camu camu arbustivo (Myrciaria dubia), esa planta prodigiosa que produce el fruto más rico en vitamina C del mundo. El fruto de esta planta, del que se alimenta la gamitana y otros peces, solamente germina de forma adecuada cuando pasa por el tracto digestivo de sus dispersores naturales. Ésta es, quizás, una de las últimas poblaciones protegidas en la Amazonía peruana. De ahí su importancia es estratégica como reserva genética, ya que las poblaciones silvestres de camu camu conocidas de otros lugares (salvo excepciones, pues algunas comunidades ya están manejando sus ‘camucamales’) están hoy sobre explotadas y sometidas a una presión extractiva altamente destructiva, así como lo están sus dispersores naturales, las gamitanas y otros grandes peces frugívoros. Es sumamente importante la preservación de una población intacta de camu camu, donde el curso de la naturaleza y los procesos ecológicos se sigan desarrollando sin intervención humana, como lo han hecho por millones de años.

El río Lagartococha también es una especie de frontera biogeográfica de lo que los ecólogos y conservacionistas han dado en llamar “Ecorregión Bosques Húmedos del Napo”, una de las regiones más ricas del mundo en especies animales y vegetales, y que abarca ‘grosso modo’ la cuenca de este río y las de los contiguos Tigre, Morona y Pastaza. En la cuenca del Lagartococha se encuentra la distribución más oriental de algunas de las especies endémicas de esta Ecorregión. Destacan algunas aves, que son conocidas en el mundo sólo de la Ecorregión Napo, como el Hormiguero de la Cocha (Thamnophilus praecox), una de las especies más raras de la Amazonía, restringida a este río y algunas quebradas cercanas en Ecuador; también el Saltarín de Corona Naranja (Heterocercus aurantiivertex) mencionado más arriba, el Tororoi de Lores Blancos (Hylopezus fulviventris), y el Tororoi Ocrelistado (Grallaria dignisima), todos ellos conocidos de muy pocos lugares. Entre los monos, podemos citar al Pichico Negro (Saguinus nigricollis), restringido también a esta zona.

Los científicos apenas han rasguñado la biodiversidad de esta cuenca, la más septentrional y cercana del Perú a la línea del Ecuador. Sólo el tiempo dirá cuántos más secretos guardan para la ciencia estos ricos bosques, si es que tenemos la visión y la sabiduría de aprovecharlos sosteniblemente y conservarlos para las futuras generaciones.

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