¿Agua o minería?
Por: Gustavo Valcárcel Carnero (*)
¿Así se debe plantear la
disyuntiva para salvaguardar el ambiente y continuar con la explotación de los
recursos que nos da la madre naturaleza bajo tierra?
¡Es un craso error!
No podemos vivir sin agua, eso
está más claro que la propia agua; pero sí podríamos vivir sin minería. ¿Pero a
qué costo? Sin ingresos fiscales en el orden del 25%, sin el canon, ni las
regalías que se llevan los Gobiernos Regionales donde hay yacimientos mineros.
La falta de estos recursos económicos no nos impide existir, pero la calidad de
vida decaería enormemente. ¡Hay Presidentes Regionales que se lamentan no tener
recursos mineros en su territorio!, pues no reciben los ingresos adicionales
del cual se benefician los que tienen y se lamentan de tenerlos. ¡Vaya!,
insatisfacciones del hombre.
Entonces, ¿es correcto plantear
así la disyuntiva?: ¿Agua o minería? Desde nuestro modesto punto de vista, ¡NO!
Menos aún, considerando que el Perú es un país privilegiadamente minero.
La pregunta que se debe establecer
en el escenario del conflicto actual es: ¿Bajo qué condiciones se puede
explotar un yacimiento minero? Y no ser tan tajantes cavando zanja al decir:
¡“Agua sí, minería no”! Ambos pueden coexistir, como sucede en Canadá, EEUU,
Australia y otros países.
El tema de la discusión habría de
centrarla en las condiciones que se deben proponer a la empresa que desee
explotar un determinado yacimiento minero o petrolero. Vale decir, cómo deben
eliminarse las aguas usadas en los diversos procesos, qué calidad debe cumplir,
dónde se deben disponer, qué beneficios económicos recibirán las comunidades
que podrían ser afectadas, etc. Hay tantas condicionantes que sobre ellas se
debe abocar la discusión en las mesas de negociaciones.
Parafraseando a mi amigo Hugo
Cabieses, yo digo a la inversa que él: El buen comer se inicia teniendo recursos
económicos para alimentarse bien.
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